Experimentos sociológicos cjs

Algo un poco mejor que lo malo, pero nada es tan así, no es para ilusionarse.

A cinco años del atentado a las torres.

Posted by cruzsaubidet en septiembre 12, 2006

gz2.jpgMe acaban de pedir un comentario para la radio con respecto al homenaje a las víctimas del 9/11. Me han puesto en un brete, pues el día de ayer pasó entre escritos varios, desórdenes rutinarios y practicas domésticas que incluyeron la elaboración de albóndigas con papas.
Pero nada significa que no haya recordado y respetado de manera conciente aquel día de hace 5 años en el que el mundo cambió.
La primera vez que fui al Ground Zero, una gran angustia me atormentó, yo había visto las torres gemelas en fotos y había seguido por TV los acontecimientos, pero el hecho de estar en el lugar me aclaró la magnificencia de lo que había ocurrido. Las torres eran demasiado grandes, eso es comprobable no solo por el hueco que ha quedado, sino por las gigantografias que las muestran junto a los edificios de la zona, que a su vez son gigantescos, aunque pocos superaban la mitad de sus vecinas.
La zona está cercada en todo su perímetro, pero puede tenerse un panorama desde uno de los grandes ventanales del Finacial Center, donde el nudo en la garganta crece.
Entonces, la imaginación empieza un juego de empatía tratando de sentir un poco de lo que sintieron los de los pisos superiores al lugar del impacto, o los que bajaron a oscuras 79 pisos huyendo del fuego al principio, del dolor por el amigo o compañero rezagado y finalmente de los escombros que coartaron definitivamente sus posibilidades de huida.
Pienso en ellos y pienso en los familiares que por televisión veían como se desmoronaba el lugar de trabajo de sus afectos y en la incertidumbre y la esperanza de que ellos no formaran parte de los casi 3000 muertos de ese día.
Pienso en la cantidad de bomberos y policías que, cuan capitanes de barco, se hundieron bajo los aceros retorcidos cumpliendo la misión de salvar las vidas que pudieran
Pienso en los transeúntes estáticos ante el espanto y me imagino las corridas en cuanto se desmoronaron las torres y formaron una especie de tsunami de polvo y escombros por las callecitas de Wall Street para luego teñir de gris gran parte de Manhattan, Brooklin y Queens.
Pienso en la muerte que encontró juntos al ejecutivo, al oficinista, al empleado del bar que llevaba un pedido y al peón de limpieza que daba las últimas aspiradas a las alfombras.
Pienso que fue una mierda y que hay que tener mucho cuidado a la hora de tomarlo con frialdad o de pronunciar, como he escuchado miles de veces, un “se lo merecían”, nadie se merece esto.
Hoy no quiero hablar de motivos, culpas, intenciones ni nada que se le parezca; el tema da para mucho y mis ideas al respecto no tienen ningún sustento probatorio, pero considero que al cumplirse cinco años del atentado, es un ejercicio interesante la empatía y por un rato olvidarse de cómo cambió el mundo, de Bush, de Ben Laden, de Irak, Afganistán, etc.; para solo considerar que esas miles de personas que perdieron la vida estaban trabajando y quizás a las 8:45 de la mañana estaban preocupadas por la salud de un ser querido o las malas notas de su hijo en el colegio.
Mañana podemos pensar en lo otro, ayer fue un día de duelo para muchos más de los que pensamos.
Cruz Joaquín Saubidet®

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